domingo, 26 de agosto de 2018

En perspectiva

Una persona con su red
Llevo mucho tiempo pensando en las personas como islas flotantes con un árbol en el medio.

Por los aires circulas innumerables y son habitadas por una que otra bestia o pájaro silvestre.

Las islas se componen principalmente de rocas, alguna caverna llena de estalactitas y estalagmitas, arbustos y amplios terrenos en constante cambio.

Como ellas vuelan por ahí, sin algún rumbo determinado, no es raro que hayan choques entre ellas, origen de las deformaciones en el terreno y los cambios absolutos del paisaje.

De los sitios de choque solo saben los que participaron en el choque mismo; al mundo se ve como si nada hubiera pasado jamás, es como si en cada nuevo encuentro uno viera la total existencia del otro, la permanente esencia de algo que no se sabe cómo llegó a ser, ni qué llegará a ser.

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