Cuando el pensamiento no da abasto regreso a lo que ya he trabajado, a mis viejos pensamientos. En ellos veo lo que permuta y lo que dejé atrás, lo que permanece, lo nuevo:
¿Cómo
quisiera escribir? Me pregunto regularmente. Es una pregunta que debo hacerme
antes de sentarme frente al teclado o frente al papel (porque sí, aún me siento
frente al papel, con bolígrafo o lápiz, durante horas, haciendo rayones,
borrando, rompiendo y demás). ¿Cómo quisiera escribir? Posiblemente como Endo.
Es admirable como logró construir tan bello relato a partir de una historia
real, aprovechándose perfectamente de los vacíos y los datos reales. También
quisiera ser capaz, también, de unir tantas culturas, tantas imágenes, tantos
sentimientos como lo hace Endo en el corazón y la mente de Hasekura Rokuemon,
el pobre samurai que fue enviado al otro lado del mundo en una misión imposible
de cumplir y que le llevó no solo a la desgracia de su nombre sino a la pérdida
de su vida en la hoguera. ¿Qué clase de muerte es esa? ¿Por qué en la hoguera?
Las culturas son cosas complejas de explicar, y aún más cuando entre ellas está
mezclada la religión. El padre que guía a los japoneses es una representación
placentera de lo que algunos creen que son los sacerdotes católicos. Llenos de
deseos mundanos e incontrolables, excusados en la santidad de su misión, llenos
de fé.
El
encuentro entre estos dos personajes fue fundamental para la unión cultura,
para el transporte por los diversos parajes y para el efecto devastador y,
extrañamente, tranquilizador que tiene el desenlace de la historia.
No conozco
las fechas, pero la historia, esta escritura, tiene trazas, parecidos,
conexiones que parecen ínfimas, inherentes e inevitables, con otros escritores
japoneses: Kawabata en la cima, por ser al que más conozco, pero le siguen casi
pisando sus talones Tanizaki y Oé. Valdría la pena averiguar, quizá todo
tuviera una relación.
Como adición a todo esto debo agregar que esto fue un regalo de un amigo muy cercano. Él sabía de mi gusto por oriente y cuando no presentamos nuestras tesis de grado (porque nos graduamos juntos), tuvo el detalle de traerme esta belleza. Yo nunca le correspondí con un acto similar.