miércoles, 16 de junio de 2021

Nudo

Matica

 Tengo ahora mismo un encuentro de sentimientos dispares.

Me balanceo como si caminara en una cuerda floja pero, en realidad, queda de mis pasos la polvareda en el aire.

Muchas veces me imagino sentado sobre la base de un tronco cortado al lado de una trocha olvidada, de esas que ya casi no se transitan porque montaron una carretera cerca de allí

Regalos (Otra cosa abandonada de septiembre 2020)


 Hacer un regalo puede llegar a ser una tarea titánica.

Buscar entre los millones de objetos que produce la humanidad para lograr elegir esa cosa específica que uno va a entregar a otra persona como muestra de aprecio.

Y uno siempre quiere que esos regalos tengan un impacto, que representen claramente la relación, como sea que uno la vea, que se note el esfuerzo, la energía y el tiempo invertidos en encontrar el regalo.

Hace años me puse a la tarea de hacer un regalo algo engorroso. Siempre me ha gustado hacer mis propios regalos, pero en esa ocasión me excedía un poco. Meses antes había aprendido a hacer cristales con sulfato de cobre. Un proceso simple pero largo y repetitivo. Disolver el sulfato de cobre en agua, llevarlo a ebullición, dejar un hilo sumergido en el líquido resultante durante el reposo por algunos días, como con los cristales de sal. Al tiempo en el hilo se veía concentrado un pequeñísimo cristal azul. Uno tan minúsculo que decirle cristal era algo desproporcionado, pero ya con él era posible repetir el proceso una y otra vez hasta que el cristal tomara el tamaño adecuado.

Cuando llegó ese punto puse el cristal en un frasco de mermelada que encontré tirado en la casa y seguí haciendo que creciera, intentando lo más que podía controlar las formas que crecían, fueran cúbicas, triclínicas, rombohédricas o cualquier otra de esas formas que no vienen a la cabeza de buenas a primeras.

Ya por fin pude tapar el tarro, luego de dejar la cocina inundada a olor químico, dañar un par de ollas y desperdiciar un montón de agua. No sé como estará ahora, pero el tarrito contenía un cristal bastante hermoso, con picos y valles azulados entre tonos brillantes y oscuros. Una perfecta pieza de cumpleaños.





Algo que empecé a escribir en mayo del año pasado y nunca acabé.


Pensar en escribir me comprime un poco el pecho en estos días. Siento que se me dificulta respirar producto del miedo que me produce. Aunque todo el tiempo mi cabeza anda armando frases e historias, leo el mundo con los ojos de querer contar algo, no logro procesar el afán creativo en más que una respiración compleja.

Llevo en encierro desde el veinte de febrero, último día en que salí sintiendo libertad. De ahí en más no han sido más que viajes al supermercado y dos taxis a la oficina para solucionar papeleo necesario. Tuve suerte de organizar mis cosas antes de esa fecha porque me acababan de echar de donde estaba viviendo (el tipo que me rentó la "habitación" lo hizo sin permiso de la dueña) y ya empezaba a desesperarme. Menos mal pude encontrar la habitación de ahora, las personas de la casa son amigables y el espacio es bonito. Igual, lo que tengo es una habitación con ventana hacia un patio interno de techo en teja plástica que se comienza a calentar a eso del medio día.

Eso sí, no me ha faltado nada. Mi mamá me ha enviado frutas e incluso un paquete de empanadas de pipián. Como sigo trabajando y no tengo que moverme gasto menos dinero y he podido ahorrar mientras pido domicilios los días que no me organizo para cocinar, que igual puedo sin ningún problema. Las veces que he salido a comprar lo básico no es más que ir dos cuadras al norte y encuentro un supermercado, más las tiendas de barrio con todo lo que me hace falta. Tengo suerte y estoy bien.

Igual siento que me faltan muchas cosas.

Nunca he sido especialmente callejero, mucho menos en la ciudad. Bogotá no se presta para salir a caminar con absoluta tranquilidad. Caminar en la ciudad es más un juego de policías y ladrones, donde uno es el ladrón y escapa de las ratas que son los policías, es decir coma, uno anda por la calle evitando que lo atraquen. Aún así, me ha hecho falta salir a sentarme en un café y mirar por la ventana.