El pensamiento me impide
desear. Lo único que se salva es el deseo de alguna actividad física que impida
el pensamiento. Cualquier cosa puede hacer el trabajo. Trotar, boxear, cepillar
un trozo de madera, cargar cajas en una bodega, hacer algún mandado, regresar a
casa al final del día. Cualquier cosa sirve, aunque normalmente pienso en
actividades sudorosas, como el sexo o las pesas. En mi cabeza suena más fácil
la vida así, con gemidos y esfuerzos gigantescos invertidos en una tarea
simple.
En vez de dedicarme a eso, me
siento en la cama a observar el muro blanco de en frente. Trazo líneas con la
esperanza de un logro al final de ellas. Por eso sigo, regreso y olvido el
intento por hacer un tablero de Go. Trazar líneas para que cada una sea un
logro. Un logro estético, donde pueda decir “¡Ay!, qué bonito”. Donde pueda
poner la mano y deslizar el tacto de los pies, como si el mundo estuviera a
punto de caerse. No al revés, que es una cosa tan cotidiana.
Simple, aún. Pero no, estoy
mirando el muro blanco, trazando líneas imaginarias. La respiración de
alrededor está apagada y el silencio es esa cima en donde siento que puedo
vivir, aunque no puedo. No quisiera despertarlos. Que sus ojos volteen a la luz
que necesito. Que sus voces se alcen a mis actos, a mis pasos que quiero,
inevitablemente, resuenen. Es una ridiculez, pero igual sueño con el día en
que camine en la oscuridad de mi casa y solo suenen mis pasos, solo suenen mis
labios resecos de tanto respirar por la boca. Y no es algo que desee; solo
sueño con eso. No lo deseo. Cuando ha sucedido ha sido solitario. Levantarse en
la noche. Mirar por la ventana. No está claro, pero tampoco hay oscuridad.
Encontrar frente a mi todas las otras ventanas de tantos otros edificios con
velos que no dejan ver el interior en donde seguramente también habrán otras
personas paradas en la mitad de la noche observando el mundo exterior en donde
si se llegaran a parar resonarían como si fueran muchedumbre o maquinaria
pesada. Personas observando lo que es el vacío. Reverberación.
Aun así, sueño con eso.
Eso es culpa de mi
pensamiento. Tantas vueltas, tantos rodeos. Es culpa de mi pensamiento.
Por eso quiero hacer algo en
donde sude.
Por eso ni siquiera lo
intento.
Un Alejandro escritor tan distinto al que conocí. Y da gusto. :)
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